lunes, 16 de agosto de 2010

Nuevas creaciones




Con el afán de avanzar en la creación de nuevas piezas, comencé a explorar nuevas alternativas. Asi fue que conocí algunas hojas fabricadas en tandil, pero la verdad es que desde que proliferaron los talleres caseros, la calidad fue decayendo y ahora es bastante difícil encontrar buenas hojas, que me perdonen los fabricantes pero por cierto algunas se pueden rescatar.


Mi dedicación a este arte es para encabar, más que para hacer la hoja pero eso no significa que ponga lo primero que me cae en las manos.


No obstante que me gustan las terminaciones con mezclas de astas con metal o maderas con metal, hice algunos trabajos como para despuntar el vicio solamente en astas con pomo tallado, tal como se ve en una de las fotos que ilustra la nota.


Pero la verdad sea dicha, lo que luce más en la combinación con metales y eso es lo que más atrae a la vista.


El verijero de cabo oscuro es de asta de ciervo colorado con alpaca que también se puede hacer en plata.

sábado, 22 de marzo de 2008

Los consejos prácticos

Todos los cuchilleros, cazadores, pescadores y los que simplemente gustan de buenos asados, tienen opiniones diversas acerca de como mantener un cuchillo.
Muchos tienen piezas manufacturadas (hechas en fábricas) y por ende poseen un acabado especial en el acero que muchas veces basta con pasarles un trapo húmedo para limpiarlo.
Pero otros son amantes de los cuchillos artesanales y éstos generalmente no presentan el terminado de los de fábrica, aunque son igualmente valiosos o más.
Es por eso que cuando uno se encuentra con otro aficionado se produce la pregunta frecuente...¿como lo mantiene?
Entonces la respuesta genera un ida y vuelta de experiencias, todas las cuales son recogidas, a veces con indiferencia para no reconocer la valía de la misma y otras, con más generosidad, son reconocidas como un dato importante.
Pero vallamos al meollo de la cuestión.
Los cuchillos de acero inoxidable ( no son de mi gusto ), se limpian con agua caliente o fría, se les pasa un trapo o se los deja secar naturalmente y se acabó el trámite.
Los que son de acero carbono oxidable deben ser tratados de otra manera.
Por lo general cuando comemos asado, usamos el cuchillo para pinchar una rodaja de tomate o un poco de lechuga o simplemente cortar un limón.
Todos estos vegetales afectan la hoja del cuchillo dejando marcas que no salen con agua y detergente.
La propia carne tiene en su grasa elementos que marcan el acero y la conjunción de todos estos elementos provoca que el cuchillo quede marcado y con un aspecto poco presentable.
Claro está que algunos cuchilleros prefieren mantener la hoja engrasada, para que no se oxide y solamente se ocupan de darle filo, cuando lo requiere.
Pero el cuchillo merece un trato mejor y para eso recogí algunas prácticas que considero saludables para mantener a nuestro amigo en ideales condiciones.
Lo que para mi es lo más adecuado y deja la hoja como nueva es, después de lavarlo con agua fría y pasarle un trapo bien apretado para arrastrar la grasa que haya quedado adherida, es utilizar una lija al agua de grano extra fino.
Esta lija al agua de grano extra fino, no lastimará la hoja y la dejará limpia y brillante, como para lucirla como se merece.
El uso de este elemento tampoco desgastará la hoja porque el grano es casi imperceptible, pero lo suficiente como para quitar todas las impurezas y pulirlo a nuevo.
Quien no crea en esta práctica, puede emplearla una vez y si la cosa no funciona , nada perderá, pero les aseguro que la adoptarán para siempre.

jueves, 13 de marzo de 2008

Terminación del cuchillo y afilado

Ya tenemos casi listo para terminar nuestro cuchillo.
Ya lijamos hasta el cansancio la empuñadura, si ésta es de madera.
Una manera de lograr una mejor terminación de la empuñadura, si se trata de madera, es pasarle cera común, de la que se usa para el piso.
La cera le dará una terminación especial y hará que las vetas se realcen, dándole una prestancia que lo hará sentir orgulloso de su trabajo.
Si por acaso fuera de asta de ciervo, la cera común también sirve y le confiere un tono muy bueno ya que la cera revive las tonalidades naturales.
Cualquiera de los dos materiales deben ser lustrados con un paño para darle el brillo que la obra requiere.
AFILADO
Una vez que hayamos finalizado con todas las tareas descriptas, le toca el turno al afilado.
Es importante destacar que hasta aquí, la hoja debió estar protejida con un trapo, no solamente para evitar dañarla durante los trabajos previos, sino para no lastimarse uno mismo.
Entonces, decía que, el afilado es la última parte de la fabricación de nuestro cuchillo.
Para eso se utilizan diversos métodos. Los hay con una piedra puesta en una amoladora o un minitorno, pero lo mejor y en especial para los principiantes es utilizar la simple piedra de afilar.
Esa que usaba nuestro abuelo o nuestro viejo para afilar los cuchillos de cocina.
Primero le ponemos agua sobre la piedra y apoyamos el filo casi acostado sobre la piedra y comenzamos a pasar el cuchillo en dirección opuesta al filo.
Esta tarea es de suma paciencia y cuidado ya que un falso movimiento puede cortarnos.
Al cabo de cuatro o cinco pasadas de un lado, damos vuelta el cuchillo y hacemos lo mismo del otro lado del filo en igual cantidad de pasadas.
Este método le permite ir adquiriendo el filo que uno quiere sin que el mismo quede de un solo lado. Nunca se debe pasar el filo directamente sobre la piedra porque entonces arruinamos todo el trabajo.
Cuando terminamos y tenemos el filo que queremos, la mejor manera de probar a nuestro cuchillo personal es con muy buen asado en compañía de nuestros amigos para lucirlo.

viernes, 7 de marzo de 2008

¿ Puedo hacerme un cuchillo ? Parte II

Antes de comenzar con esta parte, quiero completar un punto importante.

Refiriéndome al dibujo del modelo de cuchillo que nos fabricaremos, éste puede ser de una hoja enteriza, recomendable, o de una hoja con espiga.

Cable aclarar que la espiga es la parte del cuchillo que se introduce en la empuñadura y que en algunos casos, es de un largo tal que puede pasar de lado a lado, y en el extremo opuesto a la punta de la hoja, se le coloca un botón o tuerca para ajustar.

El modelo que intento describir es el de hoja enteriza.

Dicho esto, comenzaremos con la Terminación de la hoja y colocación de la empuñadura.
La hoja que logramos conserva los defectos de un metal corroído o golpeado, recordemos que se trata de una herramienta para trabajar la tierra, es decir de trabajo fuerte.
Lo que debemos hacer, en primer lugar es terminar de prolijar el contorno.
Hasta ahora lo hemos trabajado con amoladora o lima (esta última es la aconsejada), pero aún quedan impurezas, rebabas, rayaduras, etc y lo que debemos hacer es darle un acabado de mayor fineza.
Para ello utilizaremos lijas para metal. Estas se consiguen en cualquier ferretería y las hay de diferentes medidas de grano.
Comenzaremos con una de grano mediano para sacar lo más grande y producir una nivelación en el lomo y en la parte del filo.
Esta lija la pondremos en un pequeño "molde" de madera o goma para poder trabajar con mayor precisión. Esto es envolviendo con la lija el referido trozo de madera o goma. Debe quedar un pequeño taco de no más de 10 cm. de largo por 2 cm. de ancho.
Este nos servirá también para pasarla sobre la superficie de la hoja para quitarle el óxido y otras impurezas e ir descubriendo el metal limpio para posteriormente proceder al pulido.
Con el taco, así confeccionado, recorreremos el contorno de la hoja, repasando una y otra vez cada impureza e irregularidad hasta lograr uniformidad. Igual con respecto a las partes planas de la hoja.
Terminado este trabajo más grueso, cambiamos de lija y utilizamos una de menor grano. Preparamos el taco de lijar de igual modo que el anterior y podremos a pasarlo por todos los sitios por los que pasamos anteriormente.
Lo que veremos es que la hoja va adquiriendo mayor limpieza y pulcritud.
Finalmente, utilizamos una lija de menor gramaje, el más pequeño posible, casi un papel, para proceder de la misma forma anterior y así veremos que la hoja prácticamente presenta un acabado muy fino y digno de verse.
El pulido de la hoja se puede realizar con pasta especial para metales y empleando un cepillo circular que pondremos en la amoladora o en el taladro. Esto también requiere de paciencia, pero si hacemos un buen trabajo con las lijas para metal, yo diría que casi no hace falta pulir con máquina.
Empuñadura
Para la empuñadura emplearemos, en principio la misma hoja para lograr la silueta adecuada.
Pondremos la hoja sobre un trozo de madera o de asta de ciervo, o de acrílico o plástico que dispongamos y con un marcador muy fino, iremos recorriendo el contorno de la parte donde colocaremos la empuñadura.
Este dibujo debe ser muy real ya que el resultado final será la empuñadura del cuchillo que utilizaremos.
Esta empuñadura deber ser ajustada a nuestra mano, por lo que se aconseja tener un cuchillo, que usemos cotidianamente, como punto de referencia con respecto a la empuñadura.
Una vez que tenemos el nuevo molde de las cachas procederemos a hacer los agujeros por donde pasaremos los remaches.
Lo primero es hacer los agujeros en la hoja. Para eso debemos utilizar mechas para metal acerado, recuerden que la azada es de acero y éste no se agujerea fácilmente.
Sino tienen la práctica suficiente o las herramientas adecuadas, pueden acudir al herrero del barrio que podrá ayudarlos. Se trata de hacer dos agujeros de 3 mm y uno de 5mm. Este último en la parte extrema de la empuñadura para poder pasarle un cordón de seguridad.
Una vez que tenemos los agujeros terminados, pondremos la hoja sobre el molde que habíamos sacado para la empuñadura y marcaremos el lugar exacto de cada uno.
Otra manera y creo que la más segura es colocar la hoja sobre el molde de la empuñadura y envolverla con cinta de embalar. Una vez que esté bien firme procederemos a pasar por el agujero de la hoja la mecha para hacerle los agujeros a una de las cachas.
Una vez que hemos obtenido una cacha, procedemos de igual modo con la otra y así tendremos las dos cachas agujereadas y perfectamente alineadas con la hoja en la parte de la empuñadura.
Remachar la empuñadura
Los remaches que emplearemos pueden ser de diverso tipo. Los más prácticos y recomendables para este primer trabajo son un juego de tornillos macho y hembra.
Este tipo de remache-tornillo permite trabajarlos sin el riesgo de romper las cachas o arruinarlas por no tener la práctica suficiente. El detalle a tener en cuenta es que el diámetro de los remaches debe ser igual al de los agujeros para que el ajuste de los mismos sea muy preciso.
Estos remaches, seguramente requerirán de un ajuste especial. Este ajuste es el de meterlos un par de milímetros más adentro de la cacha para que no molesten al agarrar el cuchillo.
Una vez terminado este paso, procedemos a terminar la empuñadura. Para eso emplearemos lijas para madera. No importa si el material empleado sea madera, asta, acrílico o plástico. Las lijar para madera se prestan muy bien para lograr el lijado adecuado.
Procederemos de mayor a menor en cuanto al grano de la lija se refiere.
La idea es lograr un acabado muy fino y tratándose de madera, veremos que poco a poco y a medida que vamos lijando con el grano más fino, aparecerán las vetas de la madera. Esto le dará un realce mayor a nuestro trabajo.
En la próxima entrega veremos el tema del afilado y terminación de nuestro cuchillo.

miércoles, 5 de marzo de 2008

¿ Puedo hacerme un cuchillo ? Parte I

Alguna vez todos a los que nos gusta la cuchillería hemos envidiado (sanamente) a un amigo con cuchillo artesanal cómodo, fuerte y bonito.
Entonces la pregunta nos asaltó de inmediato, ¿ puedo hacerme un cuchillo, como este?
Señores, la respuesta es afirmativa.
Además es más sencillo de lo que uno cree, solamente nos falta materia prima apropiada, herramientas, un poco de habilidad y paciencia. (Esto es un poco en broma).
Claro que tenemos que tener alguna habilidad manual, pero con paciencia podemos lograrlo, siguiendo estos pasos:
Materia Prima
No piensen que se necesita ir a una siderúrgica a comprar láminas de acero, pero si piensen en esa azada vieja, quizás rota u oxidada que era del abuelo y que además ya nadie usa.
Si tenemos una de esas, la cosa es bien encaminada.
Con la utilización de un elemento a partir del cual se podrá fabricar un cuchillo personal, dejamos de lado, por el momento, el método del forjado, el cual veremos en otra ocasión.
Dicho esto pasemos directamente a ver el tema de esta primera entrega y hablaremos del desbastado.
¿Porque el desbastado? Esto es así porque al partir desde un acero ya forjado y templado no tenemos necesidad de completar esas etapas en la fabricación y solamente nos quedará diseñar el modelo que queremos y hacerlo a partir de esa vieja azada.
Una vez que tenemos el elemento en nuestro poder, procedemos a dibujar sobre la hoja el perfil de nuestro futuro cuchillo.
Para eso primero dibujamos el modelo sobre un cartón y después lo colocamos sobre la hoja y pasamos un marcador alrededor de la silueta tratando de aprovechar todos los rincones para no malgastar el elemento inutilizando partes que nos pueden servir para otro modelo.
Desbastado ¿Con que cortamos el acero de la azada?
Podemos usar un disco para cortar metales o una sierra manual. Lo importante es que debemos mojar permanentemente el sitio de corte porque levanta mucha temperatura y corremos el riesgo de destemplarlo.
Es aconcejable dejar un par de milímetros de más en la silueta, en especial en el sector destinado al filo para luego proceder a rebajarlo hasta conseguir el adecuado.
El material sobrante de ese par de milímetros que dejamos, lo retiramos con una lima y así le damos el perfil parejo y prolijo que nuestro cuchillo se merece.
Podemos usar una amoladora, pero la verdad que es mejor la lima porque nos permite manejar la situación con más muñeca y podemos controlar los detalles con más precisión.
No olvidemos que toda fricción produce temperatura y ésta puede afectar el templado de la hoja.
Para cerrar esta primera etapa de fabricación, diremos que la hoja empleada podría llegar a mantener la curvatura de la azada.
Para hacer que la hoja quede perfectamente plana se deberá utilizar una maza o un martillo pesado y golpearla sobre un yunque y a falta de este se puede usar un tornillo de cabeza ancha atornillado sobre una superficie que permita los golpes sin romperse (abstenerse de hacerlo sobre la mesa de la cocina o la mesada).
Esta operación hará que la hoja quede plana y no hace falta calentarla (recuerden lo del destemplado). Para esto se requiere paciencia.
En la próxima entrega veremos la terminación de la hoja y preparación para colocarle la empuñadura.
(Esta nota está inspirada en la que el español Alfonso Huidobro escribió para la revista Armas y Municiones).

domingo, 2 de marzo de 2008

El cuchillo como herramienta

Cuando que el hombre apareció sobre la tierra, lo primero que buscó fue protegerse.
El mundo en el que se desarrollaría no era un paraíso, sin considerar la versión bíblica.
Animales depredadores por doquier y vegetación salvaje lo llevaron a encontrar el modo de protegerse y de proteger a sus congéneres.
Maderas y piedras era lo que le ofrecía la naturaleza, pero ninguna de ellas era lo suficientemente anatómica como para que su uso fuera cómodo y seguro.
El hombre tuvo que adaptarlas a sus necesidades.
Poco a poco fue dándoles forma de acuerdo a lo que el terreno le ofrecía.
Primero con palos a modo de garrote, después con palos a modo de lanzas, después con piedras a modo proyectiles y así fue como fue moldeando la herramienta con la que cazaría, cortaría ramas, trozaría sus presas, etc.
El cuchillo de obsidiana fue uno de los más avanzados en su época. Adquiría un filo respetable, pero el uso era también peligroso para el usuario. A menudo el hombre terminaba víctima de su propio invento.
Unido al extremo de un palo creó la lanza, que aunque ya había sido descubierta, con la ayuda del extremo de piedra la dotó de mayor firmeza y fortaleza.
Estas herramientas le sirvieron para cazar, pescar y defenderse de animales y de otros hombres.
Durante siglos el cuchillo rudimentario reinó en todas las civilizaciones que habitaban la tierra.
Un denominador común que junto a el descubrimiento del arco y la flecha, no requiere de profundos estudios arquelógicos para saber que casi naturalmente el hombre descubrió estos elementos en la naturaleza y los utilizó.
La era de los metales
Cuando el hombre descubrió que en la naturaleza había metales y que podía fabricar otros, mas fuertes, el avance en materia de herramientas de uso cotidiano como para la guerra dio un vuelco fenomenal.
El bronce, el hierro, el acero. Todos ellos le brindaron al hombre la posibilidad de dominar temporalmente la porción de historia que le tocó vivir, según la región que habitaba.
Poco a poco fue modernizándolo hasta que el cuchillo y sus más vastas variantes de uso fue teniendo en la vida del hombre un lugar de importancia.
Cuchillos de uso diario, espadas, hachas, lanzas, sables, facones, todos ellos fueron protagonistas de páginas y páginas en la historia de la humanidad.
Sin embargo no solamente, el cuchillo fue importante por su uso material. También lo fue como inspirador de poemas, cuentos, fábulas, películas, libros sin contar los usos que sus derivados encontraron en los deportes.
Hoy el cuchillo como tal y con los múltiples nombres que recibe es una de las herramientas primitivas del hombre que ha perdurado desde el comienzo de la historia de la humanidad.